HISTORIAS DE NUESTRO PUEBLO
Cada rincón de nuestro municipio guarda historias únicas, entrelazadas con los rostros y talentos de quienes le dan vida. Este proyecto fotográfico nace del deseo de capturar la esencia de nuestros vecinos, sus sueños y el esfuerzo diario que los convierte en parte fundamental de nuestra identidad.
Durante los últimos años, he tenido el privilegio de conocer a personas extraordinarias: artistas que transforman emociones en arte, comerciantes que han sido testigos del crecimiento del barrio, y muchas más almas que contribuyen a lo que hoy somos como comunidad.
Cada fotografía cuenta una historia, un legado que queremos honrar y preservar. Con este proyecto, busco no solo documentar la diversidad y el carácter de nuestra gente, sino también invitar a todos a ver nuestra comunidad con nuevos ojos, reconociendo la belleza y la autenticidad de cada historia que la forma.
Hoy hablaremos de una empresa que desde el corazón de Santa Pola se ha movido y dedicado al servicio se refleja en una empresa que ya va por su nada menos que QUINTA GENERACIÓN, hablamos de “A Cal el Vinero”.
Los Orígenes: “A Cal el Vinero” conociendo también como “Bodegas Jeromo”

La historia comienza alrededor de 1845 con la fundación de A Cal el Vinero por Jeromo Pérez. Inicialmente, el negocio combinaba la venta de alimentos y vino, pero pronto se especializó en el ámbito vinícola. Durante sus primeros años, la bodega se abastecía de vinos de regiones cercanas en lo que los viajes se realizaban en carros tirados por mulas cargados de barriles para volver al día siguiente.

Celler Bacco: Una Nueva Etapa
La historia de María Amelia y su actual vinoteca es un testimonio de cómo la pasión y el compromiso pueden preservar y revitalizar tradiciones centenarias, adaptándose a los nuevos tiempos sin perder la esencia que las hace únicas.

El comercio local. El corazón de cada pueblo, cada barrio.
El comercio local es mucho más que una serie de tiendas; es el alma de cualquier municipio o barrio. Estos negocios crean identidad y ofrecen cercanía y trato personalizado que las grandes superficies rara vez logran igualar. Además, el comercio local impulsa la economía del lugar, genera empleo y favorece el desarrollo sostenible al reducir la necesidad de desplazamientos largos.
En barrios como los nuestros, estos comercios se convierten en puntos de encuentro y en guardianes de la tradición, donde los valores de confianza y colaboración comunitaria florecen y fortalecen el tejido social de toda la comunidad