HISTORIAS DE NUESTRO PUEBLO
Cada rincón de nuestro municipio guarda historias únicas, entrelazadas con los rostros y talentos de quienes le dan vida. Este proyecto fotográfico nace del deseo de capturar la esencia de nuestros vecinos, sus sueños y el esfuerzo diario que los convierte en parte fundamental de nuestra identidad.
Durante los últimos años, he tenido el privilegio de conocer a personas extraordinarias: artistas que transforman emociones en arte, comerciantes que han sido testigos del crecimiento del barrio, y muchas más almas que contribuyen a lo que hoy somos como comunidad.
Cada fotografía cuenta una historia, un legado que queremos honrar y preservar. Con este proyecto, busco no solo documentar la diversidad y el carácter de nuestra gente, sino también invitar a todos a ver nuestra comunidad con nuevos ojos, reconociendo la belleza y la autenticidad de cada historia que la forma.
Hoy quiero hablarte de Vicente, aunque seguramente lo conozcas como "Vicente, el de los bocadillos".
Desde 1993, su negocio familiar no solo ha sido un despacho de pan y artículos cotidianos, sino también el lugar donde nacen los bocadillos más icónicos de la zona.
Cuando piensas en un partido de fútbol, una tarde de playa o cualquier evento especial en Santa Pola, es inevitable que esos momentos estén acompañados de los bocadillos de Vicente. Ricos, abundantes y llenos de sabor, son la razón por la que su negocio ha traspasado generaciones y ha dejado una huella en el corazón (y el estómago) de quienes lo visitan.
Vicente no solo vende bocadillos, sino que alimenta recuerdos y tradiciones. Su historia es una más en este proyecto que busca resaltar a las personas que hacen de Santa Pola un lugar tan especial. A través de sus manos trabajadoras y su espíritu incansable, Vicente nos recuerda que lo extraordinario muchas veces nace de lo cotidiano.
El comercio local. El corazón de cada pueblo, cada barrio.
El comercio local es mucho más que una serie de tiendas; es el alma de cualquier municipio o barrio. Estos negocios crean identidad y ofrecen cercanía y trato personalizado que las grandes superficies rara vez logran igualar. Además, el comercio local impulsa la economía del lugar, genera empleo y favorece el desarrollo sostenible al reducir la necesidad de desplazamientos largos.
En barrios como los nuestros, estos comercios se convierten en puntos de encuentro y en guardianes de la tradición, donde los valores de confianza y colaboración comunitaria florecen y fortalecen el tejido social de toda la comunidad